En la mañana del día 12 de febrero salió a la luz la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL del Santo Padre el Papa Francisco AL PUEBLO DE DIOS Y A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD: “QUERIDA AMAZONIA”.
Esta Exhortación comienza así: “La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama y su misterio. Dios nos regaló la gracia de tenerla especialmente presente en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre del pasado año 2019, y que concluyó con un texto titulado Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
El Papa Francisco, manifiesta que, después de haber escuchado las intervenciones en el Sínodo y leído las aportaciones de los círculos menores, el sentido que tiene para él esta Exhortación. Con ella quiere expresar las resonancias que ha provocado en él este camino de diálogo y discernimiento.
No pretende desarrollar en ella las cuestiones expuestas en el Documento conclusivo, ni reemplazarlo ni repetirlo. Sólo desea aportar un breve marco de reflexión que encarne, en la realidad amazónica, una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresó en sus documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal.
En esta Exhortación expresa y desarrolla cuatro sueños que la Amazonia le inspira:
- Sueña con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.
- Sueña con una Amazonia que preserve la riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.
- Sueña con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana.
- Sueña con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónico.
El Papa Francisco nos invita a leer el Texto íntegramente para despertar el afecto y la preocupación por esta tierra que es también nuestra, a reconocerla como un misterio sagrado que puede ayudar a otras regiones de la tierra a tomar conciencia y a comprometerse con sus propios desafíos. Porque todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en cada lugar del mundo.