REFLEXIONES ANTE LA CRISIS ACTUAL

Compartimos contigo estas reflexiones sobre la crisis del Coronavirus que está afectando de modo especial a las personas más vulnerables de la sociedad, y que nos hace conscientes de nuestra vulnerabilidad.

Son muchas las reflexiones que estamos recibiendo, realizando y compartiendo, después que salió a la luz la crisis del Coronavirus que está afectando a todos los sectores de la población, de modo especial a las personas mayores, enfermas, desprotegidas, pobres y descartadas de la sociedad.

Compartimos contigo que estás leyendo este comentario, algunos elementos recogidos y reflexionados que, posiblemente, hayas podido constatar o leer en otras aportaciones pero que nos parece importante seguir expresando, para colaborar en que no las perdamos de vista.

Esta crisis nos está ayudando a ser conscientes de nuestra debilidad. Nuestro mundo desarrollado se creía fuerte y poderoso. Las noticias negativas: guerras, hambre, catástrofes naturales, incluso las epidemias, les ocurrían siempre a otros, nosotros estábamos a salvo. Nos sentíamos ricos, fuertes y con unos medios económicos y técnicos que creíamos que nos ayudaban a resolver todos los problemas.

Ahora nos sentimos débiles y vulnerables y eso nos desconcierta porque no estamos acostumbrados a ello. Superados los primeros días de esta crisis mundial que nos ha desestabilizado, hemos empezado a ponernos en situación de igualdad con todas las personas y con los pueblos más empobrecidos, y a sentirnos hermanados en su dolor y sufrimiento.

El parón de estos días que se van alargando, junto con la reflexión y oración, ha empezado a cambiar nuestras vidas y nuestra percepción del mundo.

Ahora entendemos mejor que nunca lo que Francisco decía en Laudato Sí cuando criticaba al paradigma tecnocrático (LS, 111).

Ahora nos damos cuenta de la situación de otras personas que no tienen lo necesario para comer un día tras otro, en otros países e incluso en España.

Ahora que los hospitales están saturados entendemos lo que es morir por una enfermedad que en nuestra sociedad tiene cura y en otras partes no la tienen porque no hay ni médicos, ni medicinas ni las suficientes condiciones higiénicas para combatirla.

Ahora nos estamos dando cuenta que hay cosas que no se pueden someter a la lógica del mercado: una sanidad universal, la protección de los más débiles, el cuidado de las personas…

Este virus está favoreciendo que suenen en nosotros con más fuerza que nunca el mensaje de Laudato Sí y de Querida Amazonía, que todo está conectado. Esta conexión la hemos empezado a sentir cada noche en los balcones donde salimos a aplaudir a los sanitarios, a las fuerzas de seguridad…

Ahora, al descubrir las enormes muestras de solidaridad de tantas personas que están poniendo sus dones y talentos al servicio de los que lo están pasando mal, nos va ayudando a ser más conscientes de que todo está relacionado y de que es posible un modelo de vida y de organización social, política, y económica diferentes y a embarcarnos en esta tarea.

Como consecuencia de lo anterior, hemos de salir de esta crisis dispuestos y dispuestas a vivir una vida nueva, que sustituya la globalización de la indiferencia con las víctimas, a causa del sistema económico actual, que también, ha llevado a la explotación de la Madre Tierra, por un estilo de vida diferente, más fraterno y solidario.

Este nuevo estilo de vida ha de reflejarse en un cambio de actitudes y comportamientos personales y comunitarios y en el compromiso, de cada uno y de las organizaciones sociales, “en común”, para construir, entre todos, el cambio del modelo de organización social, política y económica.  Cada uno desde sus posibilidades que son muchas.

Para conseguir este cambio progresivo, vemos necesario un acompañamiento adecuado que favorezca “dar prioridad al cuidado personal, al cuidado amoroso de las otras personas y al cuidado de la Madre Tierra”, de manera integral e interrelacionado. Lo que necesita potenciar la vivencia y referencia comunitaria.

Desde estas claves, sintiéndonos habitantes responsables, podemos avanzar progresivamente hacia la utopía del Reino: “Vendrá un cielo nuevo y una tierra nueva” y veremos que es posible sentirnos todos habitantes de la Casa Común que nos acoge, en la que experimentaremos el respeto, la justicia, la igualdad y la paz.

De esta crisis saldremos con menos dinero, pero seremos más ricos porque cuando se pone en común lo que se tiene, los panes y los peces se multiplican hasta saciar a todos y todavía sobra.

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